jueves, 22 de agosto de 2013

UN ESCRITOR EN GUERRA: VASILI GROSSMAN EN EL EJERCITO ROJO, 1941- 1945, de Antony Beevor y Luba Vinogradova, EDS

 

Otro libro más de Antony Beevor que he leído. A diferencia de Stalingrado, Berlín: la caída, 1945, o El Día D: La batalla de Normandía, su lectura me ha resultado más complicada ya que intercala la narración con artículos de Grossman y parece que rompía mis esquemas a la hora de centrarme...

Beevor se documenta muy bien sobre diferentes episodios ocurridos en la Segunda Guerra Mundial con libros, archivos de organismos oficiales, etc., pero acompaña dichos hechos con las cartas, diarios, fotos... de los soldados o civiles participantes, para dar una visión más cercana y humana de los conflictos acaecidos.

En este libro se centra en Vasili Grossman, escritor y periodista ruso de origen judío -autor de Vida y destino, su obra más importante, y que se publicó más de 20 años después de su muerte, cuando poco antes de morir la censura del régimen soviético prohibió su publicación, casi para la eternidad, por la crítica manifiesta a dicho régimen-, y sus peripecias como corresponsal de guerra para el Estrella Roja durante la Segunda Guerra Mundial. Grossman consideró que debía alistarse en el ejercito rojo cuando la Unión Soviética fue invadida por el ejercito nazi, pero, de salud enfermiza, su papel consistió en acompañar a las tropas soviéticas durante todo el conflicto como corresponsal de guerra; uno de los más famosos, sino el que más para el pueblo, que ansiaba leer sus crónicas en el periódico, aunque su origen judío -sobre todo a partir del cambio de política del régimen para con los judíos- y el no citar en sus artículos de guerra apenas la figura de Stalin le perjudicaron de forma irremediable.

El libro narra esos cinco años de Grossman en el frente, al lado de los soldados del ejercito rojo, y aunque se basa en sus artículos de prensa, también se sirve de los diarios de guerra del escritor, los cuales escaparon a la censura soviética. Un periodista íntegro, el corresponsal de guerra que más tiempo permaneció en el sitio de Stalingrado por los nazis, y que se convirtió para muchos de ellos en su tumba y en el cambio de signo de la guerra a favor de los aliados.

De todo el libro destaco el capítulo dedicado al campo de exterminio de Treblinka, en suelo polaco, cuando las tropas soviéticas lo liberaron y el corresponsal se dedicó a recabar toda la información que le fue posible de los pocos supervivientes que hubo, ya que se habla de cerca de 850.000 personas exterminadas, para escribir un artículo que describe con toda crudeza la Solución Final aplicada por el régimen nazi a los judíos y otras razas consideradas por ellos inferiores.

Y de la figura de Grossman me quedo con el hecho de que Beevor nos traslada la imagen de un periodista íntegro* que trató de narrar lo que ocurría en las batallas y el sufrimiento de los civiles, aunque ello pudiera perjudicar a la moral de las tropas y de la población, siempre contaminada por la propaganda soviética.

*El hecho de contar las atrocidades de aquellos ucranianos que se unieron a los nazis cuando la ocupación, de diferenciar entre víctimas rusas y judías, no superaron el filtro de la censura soviética, ansiosa de proyectar una imagen de maldad solo por parte de los nazis y de considerar a todas las víctimas rusas por igual, obviando el exterminio de los judíos por parte del régimen de Hitler.

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