martes, 28 de enero de 2014

El dragón de hielo. George R. R. Martin

Adara es una chica diferente, diferente a sus hermanos, diferente a los habitantes del poblado en el que vive. Su nacimiento la marcó, nació en el duro invierno y su madre murió en el parto. Adara es una chica del frío, le encanta el invierno, estación en la que es feliz y en la que puede estar con el dragón de hielo, tal vez el único que la comprende.

George R. R. Martin, tiene algo que hace que te atrape, da igual que sea en un registro más fantástico, o de terror, o ciencia ficción, te engancha. La forma de narrar, la descripción de  los paisajes, de los personajes, es magistral. Consigue desde el primer párrafo que ya no te despegues de lo que estás leyendo y eso está al alcance de unos pocos.

El dragón de hielo es uno de esos relatos cortos, de los que Martin tiene unos cuantos y aunque pensado para niños (la editorial en España lo publicó en ese sentido) es un cuento para gente con una cierta edad, no sé para que edad porque eso de clasificar obras por edades es muy complicado, pero por lo menos para lectores con cierto uso de razón.
Escrito en 1980, dieciséis años antes que Juego de tronos, El dragón de hielo, aunque en ningún momento lo menciona, rezuma Poniente por todas las páginas del cuento: inviernos duros, batallas entre el norte y el sur, dragones, fuego, hielo… tal vez Martín ya estaba barruntado lo que dieciséis años después escribiría. Incluso Martin se permite el lujo de hacer guiños en Juego de tronos cuando la Vieja Tata contaba historias de dragones de hielo a los pequeños Stark.

¿Un guiño o algo más? Nunca se sabe con el bueno de Martin.


Saludos

martes, 21 de enero de 2014

Álava en Waterloo. Ildefonso Arenas

Últimamente nos estamos encontrando con la agradable sorpresa de ver obras que tratan sobre personajes históricos desconocidos por la inmensa mayoría, pero con una historia a sus espaldas que ni mucho menos es para caer en el olvido. Una de estas obras es Álava en Waterloo de Ildefonso Arenas.
Miguel Ricardo Álava y Esquivel tuvo una hoja de servicios que desde luego no es para olvidar. Participó en múltiples acciones militares navales, incluida Trafalgar, y en tierra, en la Guerra de la Independencia, siendo reconocido como un militar de valía por los británicos y sobre todo por el propio Wellington.
Ese reconocimiento le valió para que fuese enviado como embajador de España en París, y así librarse de Fernando VII, no muy amigo de militares con pensamiento liberal como era Álava.
En París le sorprenderá el regreso de Napoleón y marchará con Wellington para participar como segundo de él en la Batalla de Waterloo.

Pero 1200 páginas dan para mucho más. Nos encontramos ante un retablo de personajes históricos tratados de manera muy acertada por el autor. Por estas páginas veremos desfilar personajes de la talla de Talleyrand, Metternich, Von Gneisenau, Blücher,  y por supuesto Wellington y Napoleón. Pero la lista es mucho más larga e imposible de enumerar en esta reseña.
Mención aparte merece otro militar español, Nicolás de Miniussir i Giorgeta, destinado a París con Álava, acompañará a éste en Waterloo y gracias a su dominio de idiomas tendrá un papel destacado al lado de los prusianos.

La obra está dividida en tres partes, por así decirlo. La primera parte, meses antes de Waterloo, dónde prima lo acontecido en el Congreso de Viena y el regreso de Napoleón de la Isla de Elba; la segunda en la que se desarrolla la batalla de Waterloo; y una tercera con las consecuencias de la  derrota francesa y la “lucha” entre ingleses y prusianos por llegar primeros a París, o más bien la “lucha” entre Gneisenau y Wellington por colgarse las medallas de la Batalla, algo que el autor recrea de manera excepcional.
En la obra domina más el ensayo que la parte novelada, a veces me ha costado seguirla, ya que a pesar de las numerosas notas aclaratorias, el autor ha respetado muchos términos del idioma original y eso a veces me costaba, me imagino que para otros será muy de agradecer.

En definitiva, una gran obra que a pesar de su tamaño no se hace pesada su lectura y que trata de manera muy correcta no sólo la figura de Álava sino la del resto de personajes y el periodo en el que se centra la obra.

Un saludo

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